lunes, 21 de abril de 2014

Sacred Steel - Bloodlust (2000)

Conocí a Sacred Steel en una gira en la que junto a Children of Bodom, teloneaban a los también teutones Primal Fear. A raíz de ello, le di algunas escuchas a este "Bloodlust" en lo que era su último disco en esos entonces. Comentar que lo que recuerdo de su show, es que no me gustó en exceso aunque mostraron ganas y buena actitud. Sí recuerdo como detalle curioso la fuerza con la que Mathias Straub machacaba su kit de batería, de tal manera que parecía que en cualquier momento iba a salir volando alguna parte de la misma.

Batallitas al margen, Sacred Steel es una banda de Power Metal alemán formados, como tantas otras del estilo, a finales de los 90. Aunque su repercusión en nuestras fronteras creo que no ha ido mucho más allá de la mencionada gira, la banda ha seguido sacando discos con asiduidad hasta día de hoy, así que imagino que tendrá su pequeña legión de incondicionales. Además, todos sus componentes están o han estado involucrados en múltiples bandas y proyectos.

A nivel musical, este "Bloodlust" ofrece un un Power Metal muy directo, no el típico Power repleto de teclados al estilo Rhapsody o Sonata Arctica. De hecho, yo lo enclavaría más en el Metal Alemán, en la línea de bandas como Brainstorm. En el álbum podemos encontrar algunos riffs bastante potables y cañeros, con una batería rápida y certera, además de algunas melodías pegadizas.

La característica principal de Sacred Steel, y el elemento que más les identifica es la voz de Gerrit P. Mutz, aunque al mismo tiempo, para mi gusto es quizá lo peor de la banda. Como digo, su tono de voz es muy reconocible, pero posee un timbre que a mí me desquicia a los pocos minutos de estar escuchándolo. La música de Sacred Steel tiene ciertos toques épicos, que son más patentes en la temática de las letras que en la música en sí, y en ellas no faltan las palabras War, Steel, Blood, Metal, Hell, etc.

En conjunto, este álbum no pasará a la historia como un clásico del Metal ni nada parecido. Tan solo es un álbum de Metal decente. Los temas más destacables del álbum son:

  • "Stormhammer". Es el tema que abre el disco, y no en vano es el más pegadizo del álbum. Las melodías de voz son de las mejores del álbum.
  • "Metal is War", con uno de los mejores riffs de guitarra. Es un tema rápido y muy cañero.
  • "Sacred Warriors of Steel", es un tema que se mueve un poco más cerca del medio tiempo con una melodía bastante pegadiza, y con una de las pocas sorpresas en cuanto a la estructura de los temas. Sorprendentemente, la canción no tiene solo, y eso que dura únicamente 3:15. Aún así es un buen tema.
  • "Lust for Blood" es un tema más en la onda de la NWOBHM, y la verdad es que sin ser una maravilla, el rollo que transmite, mola bastante.

Conclusión: un disco sólo apto para auténticos fanáticos del Power y del Metal Alemán. Como curiosidad comentar que hay una versión del álbum en vinilo, que trae un bonus track, pero que en vez de colocado al final, aparece en la sexta posición.

La formación que graba el álbum:

Gerrit P. Mutz: Voz
Oliver Grosshans: Guitarra
Jörg M. Knittel: Guitarra
Jens Sonnenberg: Bajo
Mathias Straub: Batería

Nota Final: 6,5/10

miércoles, 16 de abril de 2014

Symphony X - The Damnation Game (1995)

"The Damnation Game" es el segundo álbum de los norteamericanos Symphony X, una de las bandas que mejor han sabido conjugar su exquisita técnica, con una composiciones de una altísima calidad a la vez que realmente Heavies. Tras un primer álbum un tanto desigual, Symphony X encuentra el camino que seguirían en los siguientes años, y que culminaría en "The Odyssey", un álbum que ya comentaremos.

Los comienzos de los 90, en plena vorágine Grunge, no parecía el mejor momento para montar una banda de Power Metal progresivo, pero esto no importó demasiado a Michael Romeo, el principal cerebro impulsor de Symphony X. Con todo el material de "The Damnation Game" compuesto, la banda contrata a Russell Allen para grabar las voces del álbum, siendo el resultado inmejorable. Desde ese momento, se convertiría en miembro permanente de Symphony X, y una de las señas de identidad de la banda, tanto por su prodigiosa voz, como por su enorme presencia como frontman en los directos.

En esta época, se puede decir que Symphony X no eran apenas conocidos más que en Japón, y como tantas otras bandas, fue gracias a los fans de este país, que la banda consiguió salir adelante sacando álbumes sin hacer ninguna gira, algo que sin duda mina la moral de cualquier banda. El caso es que "The Damnation Game" es un auténtico discazo, y se sitúa entre los mejores de la banda,

Symphony X ofrece una enorme variedad de elementos en sus composiciones, entre los que podríamos destacar unos cambios de ritmo brutales, unas atmósferas realmente épicas, unas composiciones muy elaboradas con diferentes estructuras, unas líneas vocales muy imaginativas y unos solos brutales. Y es que Michael Romeo es un guitarrista con unas habilidades fuera de lo común. Es un placer ver cómo sus dedos vuelan por el mástil, aparentemente sin ningún esfuerzo por su parte.

Pese a lo intricado de las composiciones, el álbum no se hace en ningún momento complicado de seguir, ya que mezclan a partes iguales las secciones más progresivas con otras realmente pegadizas.

Todos los temas del álbum brillan con luz propia, aunque hay algunos momentos que son realmente increíbles. El tema homónimo que abre el álbum, un tema realmente cañero que abre con unas melodías neoclásicas que Michael Romeo borda con maestría. El temazo del álbum es "The Edge of Forever", que con nueve minutos de duración, podríamos catalogar como el primer gran tema largo de Symphony X.

"Dressed to Kill" es un tema realmente pegadizo y sencillo de escuchar. "The Haunting", "Savage Curtains" y "Whispers" también tienen sus momentos de gloria. Concretamente del último me quedo con su parte central, con un tramo épico con unas guitarras que fusionan escalas con un toque más jazzero, mostrándonos Michael Romeo una gran versatilidad.

El álbum se redondea con un tema separado en dos partes, llamado "A Winter's Dream". La primera parte es 100% acústica, mientras que la segunda es muy guitarrera y progresiva, con un estribillo increíble, que nos deja con muchas ganas de volver a darle al play desde el inicio.

Por la trayectoria más reciente de la banda, parece que Symphony X ha dado carpetazo a los discos previos al "Paradise Lost", algo realmente lamentable. Pero es que, este "The Damnation Game" siempre ha sido un lanzamiento muy infravalorado, en parte por culpa de la propia banda, ya que lo ha ignorado sistemáticamente en los repertorios de sus directos.

La formación que graba el álbum:

Russell Allen: Voces
Michael Romeo: Guitarra
Michael Pinnella: Teclados
Thomas Miller: Bajo
Jason Rullo: Batería

Nota Final: 9/10

lunes, 14 de abril de 2014

Opeth - Blackwater Park (2001)

"Blackwater Park" es el disco con el que los suecos Opeth dieron el salto definitivo a la fama, al menos, a toda la fama que se puede tener haciendo este tipo de música. Como suele pasar cuando una banda comienza a salir del underground, no faltan las críticas hacia el álbum, así como las valoraciones negativas, sobre todo a toro pasado. Con esto quiero decir, que cuando el álbum salió allá por 2001, apenas había críticas negativas, más allá de las propias de gente a la que no le gusta Opeth, algo totalmente respetable.

Algunos fans de la banda, consideran que Opeth se empezó a torcer con su tercer lanzamiento, y que cortaron la progresión que llevaban en "Morningrise", pero bajo mi punto de vista, la evolución es muy natural, y este "Blackwater Park" es uno de sus discos más completos. Esto se acentúa gracias a una producción exquisita, que corre a cargo de Steven Wilson, alma mater de Porcupine Tree. El tratamiento de las voces limpias es espectacular, y los abruptos cambios entre las partes agresivas y las limpias, ocurren con la mayor naturalidad.

Dentro de lo variado que es el disco, las canciones mantienen una tónica y un nivel bastante equitativo a lo largo del álbum, aunque a mi entender, hay dos momentos especialmente álgidos. Estoy hablando de "Bleak" y de "The Drappery Falls".

"Bleak" es quizá el mejor tema del disco. Arranca con mucha fuerza gracias a los dos primeros riffs. No puedo asegurar si son estrofa y puente, u otra cosa, porque las canciones de Opeth no siempre tienen la estructura habitual, y están llenas de sorpresas y cambios de ritmo. El tema sigue deslizándose por diferentes pasajes y atmósferas para desembocar en un largo y emocionante final desde el minuto seis.

"The Drappery Falls", es un tema con una estructura peculiar. Comienza y finaliza con la misma melodía, sugerente y  melancólica a partes iguales. Entre medias la banda va enlazando multitud de partes, unas acústicas con voces claras, otras de las más agresivas del disco, y una sección progresiva espectacular.

Siguiendo muy, pero que muy de cerca a estas dos, tenemos la canción que abre el álbum, "The Leper Affinity", un tema supercompleto que da una idea muy clara de por dónde va a discurrir el álbum, y "The Funeral Portrait", quizá el tema más oscuro del álbum, que cuenta con algunas de las voces y riffs más agresivos del álbum. El resto de canciones, están tan sólo un pelín por debajo de éstas, pero son igualmente grandes composiciones y ofrecen grandes momentos al oyente.

Uno de los puntos fuertes de Opeth, es sin duda su originalidad, y la maestría con la que han sido capaces de crear un estilo propio. Da gusto escuchar cómo mezclan esos riffs de Death Progresivo, con sugerentes melodías y sonidos más setenteros, y con unas partes acústicas muy melancólicas y relajadas. Mención especial a la voz de Mikael Åkerfeldt, que es capaz de rugir con una voz realmente profunda, y a la vez cantar en limpio de la manera más suave.

A nivel de conjunto, también se percibe a una banda 100% compenetrada y comprometida con su música, tanto la pareja de guitarristas como en la sección rítmica. He de comentar, que siempre me ha gustado mucho el trabajo de Martín López en las baterías.

El orden de las canciones está muy bien seleccionado, y el cierre del álbum con "Blackwater Park" es especialmente acertado, ya que el tema destila en muchas de sus partes una sensación de conclusión. No sé si el nombre del álbum tiene algo que ver con una banda de rock de los 70, del mismo nombre. Por cierto, que la portada del álbum está entre mis favoritas de todos los tiempos.

La formación que graba el álbum:

Mikael Åkerfeldt: Voz, Guitarra
Peter Lindgren: Guitarra
Martín Méndez: Bajo
Martín López: Batería

Nota Final: 9/10